La linealidad de las calles y su relativa estrechez, sobre todo en lo que respecta al espacio peatonal, las convierte en zonas de paso más que de estancia. Con todo, las manzanas de la zona vuelcan su atractivo hacia las calles, convirtiéndose en fachadas vacías y dejando un espacio interior a menudo desaprovechado y degradado, sembrado de pequeños patios de luces que apenas proveen de iluminación a las viviendas.
Se propone conectar entre sí estos patios de luces y abrirlos al exterior creando una malla irregular de espacios luminosos, que resuelven la iluminación del interior de las manzanas; públicos, que solucionan la escasez de zonas de estancia frente a zonas de paso; y cuidados, con lo que se pone coto a la degradación del interior de las manzanas. La "excavación" de estas mallas reduce la densidad edificada de la zona pero aumenta, en cambio, la densidad de uso.
La fragmentación de la ciudad provocada por estas operaciones puede crear a nivel del suelo un espacio, aunque rico y sugerente, complicado y confuso para el peatón. Esto se solventa mediante la creación de vías peatonales de conexión, paseos elevados, superpuestas como una trama pseudo-reticular por encima de la ciudad.
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